Clunky Hero, reseña: una lección sobre la importancia del ritmo

Hay veces que explicar un tema no es sencillo y la mejor manera de hacerse entender es diciendo todo lo que no hay que hacer. Algo así es Clunky Hero.

Un factor importante en los videojuegos actuales es el ritmo. Ese vaivén mezclado con equilibrio en algunos puntos, permite que el jugador se enganche con la historia, disfrute las mecánicas y quiera volver para continuar con la experiencia. Que no sea solo una probada de media hora y luego al olvido eterno.

Con este juego es difícil no caer en eso. Y se preguntarán: ¿por qué carajos hacer la reseña de un juego que no nos gustó? Quédense y sabrán la respuesta…

Qué es Clunky Hero

Claramente este juego no encabezo las portadas de los diarios y no hizo que Geoff Keighley lo mostrará en uno de sus mil eventos. Estamos ante un título indie, desarrollado por Chaosmonger Studio (que de hecho es su segundo juego), en el que Rufus, un campesino, debe librear a su esposa del que llaman ‘El Maligno’, ya que su nombre no se puede mencionar.

Rufus emprende su viaje con tan solo una escoba como arma y un cubo de basura como casco. En el camino deberá superar enemigos, hacer favores que le dan poderes adicionales y revelar la verdad de todo lo que está sucediendo en su mundo.  

Es un metroidvania puro y duro, que es vendido con una alta dosis de humor (aunque es una promesa que no cumple) y en un mundo medieval, aunque tiene un gameplay escaso de ritmo.

Entremos al detalle

Clunky Hero no es un desastre. Tampoco es injugable y tiene su gracia por momentos. El tema es que parece un juego al que le faltaron ideas y tiempo de desarrollo, además de presupuesto.

Es verdad que los indies muchas veces son hechos con las uñas, pero este juego demuestra las limitaciones que tuvieron sus desarrolladores. Aunque visualmente no se ve tan mal en las capturas, una vez dentro del juego no existe un aura que atrape, la atmosfera se siente plana, los personajes son aburridos y los enemigos… no hay un adjetivo para este caso.

Los rivales que nos encontramos en el viaje definitivamente necesitan una gran dosis de maldad y de carácter. Al morir hace un sonido horrible, que parece de una persona bostezando o como si actuaran en la Rosa de Guadalupe. Eso rompe todo el entorno, porque son enemigos que solo están obstaculizando el paso, no aportan nada y son tontos en ocasiones. Una lástima.

Este punto es fundamental para un juego de este estilo, en el que ir y volver hace que los rivales tengan un papel clave porque son los que generan el desafío mientras se desata el camino. Pero el combate es lento, no es llamativo y le falta la energía que genere movimientos diferentes a solo tener que espichar botones rápido.

A esto se suman los escenarios que no acogen al jugador, así sea para generarle miedo, impacto, duda o lo que sea. No generan nada. Por el contrario, la exploración funciona de una manera extraña, porque al ir a una nueva ubicación se debe buscar el mapa de ese sector y cuando lo hallamos ya es innecesario, además el mapa parece la tarea de un niño:

Pasemos al humor y la historia en general. Este juego se vende como un título con humor, que tiene chistes cada tanto y ese es uno de los ganchos diferenciales. Pero en realidad no hay tantos chistes que valgan la pena, y en este blog somos amantes de los chistes malos. El tono muchas veces está fuera ritmo, la comedia no genera nada y se queda en un comentario vacío. Es mejor no decir que uno va a ser chistoso, sino simplemente serlo y ya.

La historia tiene algo más por aportar. Hay algunos misterios interesantes y aunque hay muchos clichés en el camino, no está tan mal y es el menor de los problemas al lado del resto de situaciones extrañas. Aunque, los personajes secundarios son poco inspirados y las misiones que nos entregan dan pocas ganas de hacerlas, a pesar de que muchas de ellas dan habilidades.

Una lección aprendida

Hacer un videojuego debe ser una tarea muy complicada. Por eso se necesitan años y un equipo de gente creativa que sepa solucionar miles de problemas. Pero en este momento la industria puede estar muy saturada de ideas y proyectos, que condena a quienes quieren entrar y por eso se necesita de un nivel tan alto de calidad, que juegos como Clunky Hero se quedan olvidados porque no aportan nada diferente.

Por el contrario, este título demuestra que el ritmo es un concepto tan importante en el gaming, del que pocas veces se habla, pero que define esa sensación de querer volver, de sentir que estamos viviendo una experiencia que nos lleva a diferentes lugares, donde todo va bajo un mismo hilo y no hay disonancias que interrumpan las buenas ideas.

Clunky Hero es una lección y un reto para que las mentes que estuvieron detrás demuestren que hay más de ellos, así tengan una escoba como arma y un balde como armadura.

¡@JuandGames_, good game!

¡Nos encantaría saber qué piensas! Deja un comentario.

Up ↑

A %d blogueros les gusta esto: