Amor eterno a las pantallas divididas ♥

Hace mucho tiempo descubrí un amor que tenía guardado y que hoy por fin decido declarar. Algo por lo que empezó a surgir esta pasión por los videojuegos y me tiene escribiendo este texto a un universo de juegos que tristemente ha ido desapareciendo. Prepárense para algo cursi, pero espero que cuando lleguen al final descubran que son uno de los míos. (:3)

Cuánto agradezco haber comprado en diciembre de 2003 mi primera consola. Ese momento, cuando apenas tenía nueve años, cambió todo lo que iba a venir después. Porque aunque muchos vean a los videojuegos como un mundo apartado, solitario, de niños raros, con acné, encerrados en un cuarto, comiendo Doritos, tomando gaseosa y todos estos estereotipos. Las pantallas divididas me enseñaron que alrededor de una consola podía hacer amigos.

Así como uno se enamora de alguien por muchos detalles, mi amor por este mundo llegó gracias al multijugador local. Mi concepción de este universo está basada en que los videojuegos están hechos para compartirse, para hablar de ellos, para disfrutar el tiempo alrededor de una situación junto a alguien más, ya sea hablando, viendo y sobre todo jugando (por obvio que suene).

Gracias a las pantallas divididas mi relación con mi hermana es más fuerte, con mis primos se mantiene a pesar de que podemos compartir en otros espacios y por ellas tengo amigos, con los que fui intenso para que me invitaran a jugar a sus casas, hasta que yo pude comprar mi consola y ahí pasé a ser intenso invitándolos a la mía.

La PlayStation 1 la viví con noches largas al lado de mi primo jugando Winning Eleven, cuando decían que para unos niños no era saludable quedarse hasta las cuatro de la mañana. La PlayStation 3 la compré pensando en que tuviera la mayor cantidad de juegos para dos o más personas. La Xbox clásica la disfruté en las tiendas de mi barrio yendo con mis amigos a jugar Halo (aunque siempre perdía) y GTA San Andreas (destruyendo la ciudad de a dos). Pero ahora con la PlayStation 4 ha sido todo un poco más complicado y quizás por eso estoy más enamorado.

Son pocos los juegos que en la actual generación apuestan por el multijugador local: Rocket League, FIFA, UFC, Crash Kart (sé que así no se llama, pero así lo conozco), GT Sport y hace poco con el Call of Duty Modern Warfen. Sé que pueden ser más, pero seamos realistas, ninguno al nivel de aquellos del pasado: Fighting Force, Blur, Left 4 Dead 2, Twisted Metal, Gears of War, Metal Slug… (aquí me puedo quedar).

Hoy es más fácil apostar por el multijugador online, parece más cool y requiere menos esfuerzo de ir a la casa de otro y encontrarse. Pero es que eso es lo que hace genial a los videojuegos, verse, reírse del otro cuando pierde, pelear porque le vieron el control en una definición de penales o porque está viendo tu pantalla y no la de él y por eso te mata más fácil (“¡sin mirar pantalla, sin mirar pantalla!”), porque fui de los que tuvo que jugar con un cartón en medio del TV para no hacer trampa (lo siento, era muy malo y debía ganar). Todo esto hace grande a los videojuegos. Jugar juntos.

Lo sé, ya suenan a palabras de viejito: “Es que en mis tiempos…”, “Antes era mejor cuando…”, “Los jóvenes de ahora…”. No soy un anciano, pero sí un apasionado por vivir los videojuegos más allá de lo que pasa en la pantalla, sentir lo que sufre o disfruta el otro, hacer comunidad, armar un plan y decirle a mi hermana que venga a mi cuarto a jugar, llamar a mi primo para que volvamos a trasnochar jugando fútbol una y otra vez, reunirme con mi amigos, comprando Doritos, tomando cerveza y pasando la noche jugando mientras hablamos de nuestra vida.

Eso soy gracias a las pantallas divididas. Las amo.

Queridas pantallas divididas, por favor, nunca desaparezcan o se vuelvan malas. Las necesito en mi vida, las quiero tener para que las generaciones que vienen sientan lo que algunas vez pasé. Quiero más juegos así. Amadas desarrolladoras, no nos olviden. Quiero usar mi segundo control con alguien más y no solo cuando se me descargue el otro.

Acabo esta cursi opinión motivándolos a que volvamos a jugar juntos, a vernos las caras alrededor de una misma consola, que esas épocas de tiendas y de visitar a los amigos no queden atrás, que sin son uno de los míos me inviten a jugar (soy malo, lo advierto). Démosle a los videojuegos la condición de excusa para ser felices.

¡@Jdrios7, good game!

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