Reseña de Pokémon Escarlata y Púrpura: el borrador de un buen juego

A las buenas ideas es mejor cuidarlas y usarlas bien. De lo contrario, acaban como la base de una receta que no alcanza nunca su sabor deseado. La industria del videojuego está llena de estos casos. Solo hace falta ver lo que pasó con Cyberpunk 2077, ejemplo estrella por su alcance mediático. El juego partía de la idea de una ciudad futurista cyberpunk distópica en la que existiría una interacción entre el personaje y el entorno a un nivel tan avanzado que se sentiría como una simulación sin igual. Prometedor y, dada la tecnología actual de la industria y a obras recientes, para nada absurdo. Sin embargo, afanes y malas ejecuciones llevaron a que el resultado de la idea fuera un juego roto, lleno de errores, bastante vacío, mal armado en su diseño y carente de varias mecánicas que sus desarrolladores habían prometido.

Pokémon Escarlata y Púrpura ha sido, de manera injusta, comparado a Cyberpunk 2077. Sus errores, si bien claros y condenables, distan en magnitud y gravedad a aquellos de la obra de CD Projekt. Les separa, por ejemplo, que la nueva entrega de Pokémon sí tiene un buen diseño de juego, que resulta coherente y divertido. Entonces, ¿por qué arrancar el texto hablando de Cyberpunk 2077? Por dos razones. La primera, para tranquilizar a quienes, alarmados, abren la reseña tras ver el show que ha generado en redes el limitadísimo (e inacabado) apartado técnico de Pokémon Escarlata y Púrpura. Frente a eso, digo que es un problema serio y que está presente, pero que se ha magnificado bastante y no se acerca al desastre que fue Cyberpunk 2077. La segunda razón es que, en magnitudes muy diferentes y establecidas ya las distancias, ambos juegos sí pecan de ser excelentes ideas manchadas por una ejecución que deja mucho que desear.

Quizá esta no es la manera más ortodoxa de empezar una reseña. Me atrevo a este desorden, a que mis primeros tambores vayan a destiempo, porque confío en tener lectores a la altura y porque me parecía importante iniciar mis pensamientos sobre Pokémon Escarlata y Púrpura aclarando lo que pienso sobre la viral comparación entre él y aquel juego que ya mencioné demasiado. Era crucial, pero también útil, pues me permite lanzar mi conclusión desde un inicio. Pokémon Escarlata y Púrpura es una buena idea, un boceto de lo que debería buscar la franquicia en sus juegos, un cambio de mecánicas jugables que se adaptan a lo que pide el universo y una apuesta que siempre quise ver en estas obras. Pero también es un fracaso técnico, un proyecto sin pulir y un producto sacado a las carreras. Es más, si no conociera al acusado (The Pokémon Company), diría que se quedó sin presupuesto.

La personalización de tu personaje es amplía y permite experimentar bastante. Me recuerda a los Mii.

Ahora sí, desglosemos el juego y evitemos llegar a 2000 palabras. Tras Leyendas Arceus, precuela al universo Pokémon que apostaba por una historia y un nudo narrativo diferente,  Pokémon Escarlata y Púrpura retomó un formato más conocido en este apartado. Empieza con la llegada de nuestra protagonista (elegí personaje femenino, entonces usaré ese género gramatical) a Paldea, la nueva región que el juego introduce al universo de la franquicia y que se inspira en la península ibérica. Ahí, la chica es inscrita a un internado en el que aprenderá sobre el mundo Pokémon y se convertirá en entrenadora. Según la versión, el internado se llamará Academia Naranja (Pokémon Escarlata) o Academia Uva (Pokémon Púrpura). Estudiará poco, pues al poco de empezar, el director le pondrá un proyecto escolar que consiste en viajar por la región para “encontrar su tesoro”. 

Como no puede ser de otra manera, esta introducción es una mera excusa para poner a nuestra protagonista en el ya tradicional camino de enfrentar los ocho gimnasios y ganar la Liga Pokémon de la región. Eso sí, el primer cambio de Pokémon Escarlata y Púrpura frente a otras entregas de la franquicia es que este no será el único gran objetivo que marcará la aventura. La joven entrenadora también deberá enfrentarse a un tal Team Star que amenaza la (aparente) buena convivencia de los estudiantes en la institución y buscar unos Pokémon dominantes que protegen unos bienes preciados. Aparte de esta novedad, y a diferencia de entregas anteriores, tampoco será necesario cumplir con un orden de misiones marcado por el juego. Acabadas las horas de introducción, la protagonista tendrá estas tres aventuras en su horizonte y será libre de cumplir sus misiones en el orden que desee. Eso sí, algunos retos tendrán enfrentamientos con unos Pokémon de niveles altos, lo que pronto creará ciertos caminos implícitos para completar la historia.

Esta es Paldea, la región de Pokémon inspirada en la península ibérica. Es el mapa más abierto y libre de la franquicia.

La propuesta narrativa es fresca. Las dos apuestas en este frente renuevan  a la franquicia y adaptan el juego a tendencias actuales para enganchar a nuevos usuarios. La libertad en el orden y la variedad de misiones principales permiten al jugador ser protagonista, pero también definir el ritmo de su aventura. Esta idea resuelve el problema de monotonía del que sufrían las entregas anteriores, y que Leyendas Arceus evitó con una historia en un momento de la línea temporal muy distante al resto de juegos, No ganará premios, pero el argumento la nueva entrega aguanta y justifica de sobra lo que propone como aventura.

Es en su libertad, como ya sucedía en Leyendas Arceus, que permite a la frase “atrápalos a todos”, ícono de la franquicia, aterrizar para convertirse en un objetivo al alcance de muchos. Claro, para completar la famosa Pokédex, hará falta intercambiar algunos Pokémon con otros jugadores, pues algunos de estos solo están en una de las versiones de esta entrega. Sin embargo, la fauna de Pokémon Escarlata y Púrpura es la más diversa que he visto hasta ahora en los juegos de este universo. Eso me permitió preparar varios equipos según el reto y conocer a fondo algunos Pokémon que no tenía bien mapeados. En otras entregas, me vi más restringido en la selección de mi equipo estrella, mientras que en esta entrega me pasé un buen rato definiendo quiénes iban convocados a los duelos más importantes.

Hacer un picnic con mi equipo en cualquier lugar es una de las mecánicas más inmersivas que tiene el juego.

A propósito de ello, hace falta hablar del combate. Consciente de que las mecánicas de su sistema de duelo funcionan desde la primera entrega, Game Freak ha pecado en algunos juegos de Pokémon de meter nuevas herramientas con el objetivo de dar frescura a los combates que, a la hora de la verdad, estorban más de lo que suman. En este caso, la idea fue poder teracristalizar a un Pokémon en combate. Esta mecánica se activa con una pokebola especial que le entregan a la protagonista al principio del juego. Se puede usar una vez cada cierto tiempo y es la típica forma final ultra potente que refuerza los ataques de algún tipo. No es una idea revolucionaria, pero se desenvuelve bien dentro del combate y resulta muy útil en algunos momentos.

Todo esto puede sonar complicado. No lo es. Pokémon Escarlata y Púrpura consigue, al igual que las entregas anteriores, idear una introducción atractiva para el veterano y amable para el novato. En casi todas sus mecánicas, este juego logra ser un ejemplo de lo que debe buscar un estudio cuando desarrolla una obra atractiva para todo público. No se trata de infantilizar el juego o de simplificar todo, sino de crear un espacio que suponga un reto que un público amplio pueda entender, atravesar y disfrutar. A mis 25 años, viví en este juego una curva de aprendizaje entretenida que una persona con una década y media menos también podría experimentar sin problema.

Por otro lado, y esto lo puedo corroborar tras haber vivido en España, la inspiración de Paldea en la península ibérica, así como la traducción del juego al castellano, es simplemente genial. Pokémon Escarlata y Púrpura sabe manejar varios tópicos culturales y no cae en el humor racista y burdo en el que muchos otros juegos y obras sí. Nada de pintar a España como la tierra taurina con guitarras y bailarinas en cada esquina. Lo primero es una tortura que bien merece perder protagonismo en todo el mundo y lo segundo, si bien es hermoso, solo refleja un pedazo de todo lo que la cultura ibérica puede ofrecer. Podría mencionar una veintena de detalles que Game Freak y sus localizadores lograron con la inspiración en la península, pero solo diré que existe un respeto y un cuidado por ella digno de usar como ejemplo para el futuro.

Si quieres mostrar algo típico de la península ibérica, que sean una patatas bravas. Se me hace agua la boca.

Hasta aquí, Pokémon Escarlata y Púrpura es un gran juego en tres cuartos de su unidad. Lamentablemente, como ya sucedió Leyendas Arceus, falla estrepitosamente en su apartado técnico. Me costó adaptarme a las fuertes caídas de fotogramas, que muchas veces no cumplieron con su tasa prometida de 30 por segundo. El popping de texturas y elementos fue una constante durante toda mi aventura y algunas decisiones de cámara, sobre todo en el combate, resultaron vagas. También, noté poco interés por ciertos detalles, como la física de las pokebolas tras atrapar un Pokémon que vuela o levita. En vez de caer al suelo, el aparato quedaba suspendido en el aire sin justificación alguna tras encerrar a la criatura. La sensación que queda es que Pokémon Escarlata y Púrpura es más una beta del juego final que un producto listo para distribución. 

Un año más de trabajo habría solucionado muchos de los problemas del juego, pero es difícil competir con el afán de The Pokémon Company, siempre dispuesta a explotar su marca hasta dejarla seca y sufriendo. De paso, si puede exigirle a Game Freak dos juegos grandes en un año, pues lo hace. Saben muy bien lo mucho que vende la franquicia. A pesar de ser un producto inacabado, ha roto marcas de ventas en Nintendo. Es muy difícil hablar de arte, de obra o de amor con una empresa que solo piensa en números.

Subir a estos miradores era retar a mi Nintendo Switch. La caída de fotogramas y la pérdida de detalle arruina lo que podría ser una gran panorámica.

Ese desinterés es una falta de respeto con cualquiera que compre el juego. Lo es, aún más, con los aficionados que amamos a la franquicia y que esperamos como locos cada entrega. A todas luces, Pokémon Escarlata y Púrpura es un desperdicio de una gran idea, de un diseño bien planteado, de una tarea de localización juiciosa y de una narrativa interesante. No es Cyberpunk 2077, pero hace lo suficiente para ganarse la comparación odiosa. Vaya manera de manchar lo que podría haber sido uno de los juegos del año.

No creo que la situación mejore. Esta entrega es, en lo técnico, inferior a un ya defectuoso Leyendas Arceus. Ambos juegos tienen argumentos de diseño para aprobar el examen, pero cada vez es más preocupante la negligencia de The Pokémon Company a la hora de cuidar la calidad de sus grandes productos en esta industria. Tras acabar Pokémon Escarlata y Púrpura, me queda una sensación rara. Tiene la nota que tiene, porque pude disfrutarlo a pesar de sí mismo, pero pongo un asterisco gigante en ella: jugué a un buen borrador de lo que podría haber sido un gran juego.

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AndyalHabla – What is the downside to eating a clock? It’s time-consuming.

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