Timberborn es un juego que ha estado disponible durante ya un buen tiempo, sin embargo, recientemente tuvieron un par de actualizaciones y tuve la oportunidad de jugarlo por primera vez. Acá te cuento mi experiencia y si vale la pena probar su acceso anticipado.
El renacimiento posapocalíptico de los castores

Timberborn nos presenta un mundo posapocalíptico y con constantes sequías, en el cual los humanos se han extinguido y los castores son los únicos que quedan. Tu objetivo es manejar sus recursos y construir una fuerte civilización con ellos, por lo cual, este juego cae dentro del género de manejo de recursos y construcción de ciudades.
Generalmente, mis juegos favoritos son cozy y con un fuerte enfoque en la construcción narrativa. No obstante, si algo aprendí de Timberborn es que siempre vale la pena probar juegos por fuera de tu zona de confort. A pesar de que está en acceso anticipado y varias veces te recuerdan reportar cualquier error que encuentres, no me tope con ninguno en mis múltiples horas de partida.
Y en esas múltiples horas, tampoco quise parar. Es un juego supremamente adictivo. Todo el tiempo quería descubrir cómo generar una mejor estrategia, cómo obtener agua para las constantes sequías y subir los puntos de comodidad de mis castores. Pero, vamos por partes.

En Timberborn, puedes jugar con dos tipos de facciones: los dientes de acero y la gente de colas (una rudimentaria traducción que hago del inglés ironteeth y folktails). Sin embargo, los ironteeth deben ser desbloqueados luego de alcanzar ciertos puntajes en una partida con los folktails.
Además, deberás elegir tu mapa y nivel de dificultad. Hay numerosas opciones predeterminadas y algunas recomendadas, no obstante, existe la posibilidad de crear tu propio mapa e incluso personalizar cada aspecto de la partida antes de empezar: desde la cantidad de comida al número de castores. De este modo, e incluso no siendo la versión final, hay un gran nivel de control sobre tu gameplay. Yo, por mi parte, opté siempre por las opciones recomendadas, es decir, un nivel de dificultad normal y el mapa aconsejado.

Así, tendrás tu distrito, al cual debes proveer de materiales de construcción, refugio, entretenimiento, comida y agua. Pero, ten cuidado. Pronto pasarán épocas de sequía donde tus cultivos morirán. Por eso, desde muy temprano debes aprender a prepararte. He allí uno de los elementos más adictivos del juego: es muy importante el manejo correcto de recursos para sobrevivir.
Cuando estaba jugando, mi padre me preguntó “¿y sería igual de absorbente si no fueran castores?”, y la respuesta es no. El hecho de que sean castores le da una narrativa muy cautivadora: en un mundo de completa sequía, son aquellos animales que saben manejar y cuidar del agua los que sobreviven. No solo esto, sino que claramente son adorables.

Más allá de eso, tiene las funciones frecuentes de cualquier constructor de civilización: crear monumentos, casas, edificios, fuentes de energía, entre otros. Puedes obtener estructuras más avanzadas a través de la investigación científica y mejorar la satisfacción de tu comunidad.
Teniendo en cuenta todo esto, especialmente el hecho de que es un juego tan completo y solo se nombra a sí mismo como un acceso anticipado, Pixo le da un 10 de 10. Este es el tipo de videojuego que pienso que podría enganchar a cualquier persona, desde los más experimentados y que disfrutan de la dificultad hasta los novatos que no suelen tomar un control nunca.

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