Reseña Dragon Quest Monsters: The Dark Prince, ¡Limo metálico yo te elijo!

Tenemos que ser sinceros, no hay un juego que le plante cara a Pokémon si hablamos de captura y crianza de monstruos, pero esto no quiere decir que otras desarrolladoras se alejen de este nicho, que tiene cientos de millones de jugadores. Pero no basta con sacar un clon descarado, obviamente ellos tienen que ofrecer un producto que se sienta diferente.

Y este es el caso del nuevo spin-off de Dragon Quest, aquí capturaremos a todo tipo de bestias y engendros, los subiremos de nivel y aunque no pueden evolucionar, con la ayuda de una mauskerramienta misteriosa podremos crear a nuevos monstruos a partir de los que ya tenemos. Y esto es genial, pero si tan solo le hubieran puesto cuidado al apartado de… mmm mejor no nos adelantemos y acompáñame en esta reseña de Dragon Quest Monsters: The Dark Prince.

Precuela de un clásico.

Este juego funciona como precuela de Dragon Quest IV: Capítulos de los Elegidos, aquí controlamos a Psaro el antagonista del título de NES/PlayStation/Nintendo DS, y en parte conocemos porque anda tan de mal genio en ese juego. Su madre, una humana, se encuentra muy enferma y al ir a pedir a su padre Randolfo (el rey de los monstruos) una ayuda, este lo maldice, para que no pueda hacer daño a los de su especie y tras del hecho, mientras ocurría todo esto, su madre ha muerto. 

Esto hace que emprendamos una viaje en busca de venganza y durante esta aventura tendremos compañeros, que la verdad sirve más un retrovisor en un avión, que esta señorita, señorito y monstruito, aunque esto es hablando de gameplay, ya que ni siquiera aparecen durante el combate, así sea para lanzar una piedra, o al menos estar ahí parados haciendo bulto. Por otra parte, durante la historia y en las cinemáticas sí tienen una fuerte aparición y cada uno ayudará a nuestro protagonista con las habilidades únicas de cada uno, incluso hay partes donde reirás con las ocurrencias de este trío y en otras se te arrugará el corazón.

¿Yo o la inteligencia artificial?

Estamos ante un juego de batallas por turnos, donde tú decides si dejas que los monstruos hagan lo que quieran o si prefieres darles órdenes y que el combate se desarrolle según tus reglas.

Si deseas tomar el control, vas a tener muchas opciones para generar estados alterados, dar golpes críticos, curarte y defenderte; las habilidades de tus monstruos son demasiadas y vas a estar jugando con las fortalezas y debilidades de tus enemigos.

Si por el contrario, decides que la inteligencia artificial combata por ti, vas a encontrar a un aliado muy inteligente, la “máquina” detecta de manera perfecta las debilidades elementales enemigas y si también el monstruo es susceptible a un estado nocivo, va a lanzar ceguera o sueño hasta que se le acaben los puntos de magia. También es muy hábil a la hora de curar o proteger aliados, por lo que según tu forma de jugar, puedes mejor encargarte de capturar y crear el grupo perfecto que cometa ese parricidio y para eso vamos a necesitar muchas pokébol… digo, vamos a necesitar mostrar nuestra fortaleza.

Este juego cuenta con un modo online, donde puedes luchar con amigos o con personas de todo el mundo, eso si yo te sugiero que juegues en horario laboral del Japón, yo jugué el fin de semana y ni respirar me dejaron.

Únete a mí.

En Dragon Quest Monsters: The Dark Prince capturar monstruos no tiene mucha ciencia, estos los vas a encontrar dando vueltas por los escenarios, si te acercas a ellos, inicia una pelea y aparecerá una opción de reclutar. Si pulsas allí, tus 4 monstruos de la línea principal atacarán y según su fuerza y afinidad elemental, un medidor se irá rellenando. Si llega a 100% la captura será perfecta y el monstruo se unirá a ti. Si es menor a este porcentaje, la captura puede que ocurra o no, todo depende del RNG y hasta de las ganas de unirse del monstruo.

Al ser un juego de capturas, este juega mucho con nuestro espíritu coleccionista, por lo que queremos ser el mejor, solo el mejor, ganar nada más será nuestro ideal. Y querremos atrápalos a todos, y para hacerlo más interesante, se nos muestra la mecánica de las estaciones.

Primavera, verano, otoño e invierno, estas cuatro fases ocurrirán en todos los escenarios que visitemos y como sospecharás, existirán monstruos que solo saldrán en ciertas estaciones, por lo que deberemos ser pacientes mientras pasa el tiempo, así puedes ponerte a grindear o solo buscar cofres con ítems curativos o accesorios.

Con una bonita cinemática se nos mostrará el cambio de estación, que fuera del cambio visual, se podrá acceder a partes del mapa que estaban bloqueados. Por ejemplo, los ríos se congelarán en invierno, permitiéndote pasar a la orilla contraria, o también una flor gigante florecerá en primavera y podrás usarla para volar y llegar a un lugar que con el salto base no llegarías. Hasta el momento el gameplay es el básico de un juego de captura, pero como te comenté arriba, no hay evolución, y la mauskerramienta misteriosa, se llama Síntesis.

Juguemos a los papás y mamás.

En este juego podemos tomar a dos monstruos y fusionarlos para crear uno nuevo, pero el cambio no es solo estético, este nuevo bebé, toma características de sus padres. Y es que cada vez que subes de nivel, ganas puntos de talento que puedes colocar en el árbol de habilidades, (sería más bien ramita de habilidades, ya que el aumento es lineal).

Entonces, si llegaste a gastar 80 puntos en una sección, cuando fusiones a este monstruo, su hijo heredará este árbol con la mitad de puntos gastados, así que este bebé de nivel 1, ya tendrá mucho recorrido en las habilidades. Haciendo que se diferencie bastante de un monstruo salvaje. Además, si haces la fusión perfecta, liberarás árboles de habilidad que solo aparecen por la fusión.

Dragon Quest Monsters: The Dark Prince también cuenta con la mecánica del Shiny, haciendo que estos monstruos tengan habilidades diferentes que los demás.

Y pues teniendo más de 500 monstruos (en tu cara Pokémon Púrpura y sus 400 pokémon), con algunos que solo se pueden tener por la síntesis, vas a pasar mucho tiempo, capturando y creando nuevas criaturas, y esto sería muy divertido, si no fuese por el apartado gráfico.

Feito y lento, se parece a mí.

La excusa de “es que el juego es de Switch” ya pasó de moda, luego de lo visto en Tears of The Kingdom y Super Mario Wonder, no podemos decir que un juego se ve mal por falta de potencia, y listo Square no es Nintendo y no se las sabe todas. Pero Dragon Quest Treasures es de la misma desarrolladora y se ve mucho mejor.

Los escenarios son estériles y no dan ganas de explorar, los recorres tan solo porque necesitas un monstruo para una fusión o vas a avanzar en la historia, aunque hay un par de lugares que destacan más que los demás, la calidad no se mantiene y está llena de altibajos. Fuera de esto, en algunos momentos, sobre todo en el cambio de estaciones, las caídas de frames son bastante fuertes.

Otro aspecto negativo es la monotonía de la historia, donde se repite el mismo patrón. Llegas un mundo, un NPC te dice que si derrotas al gurú del golpe de la zona, todos sus problemas se solucionarán, vas y derrotas al jefe del nivel, este te da un objeto para que puedas viajar a otro mundo y vuelves a empezar.

Finalmente, te puedo decir que si te enganchas a la fusión y creación de monstruos, tendrás un juego que te durará muchísimo tiempo. Si no eres muy a fin a las capturas, e incluso Pokémon no se te hace muy divertido, es posible que encuentres este juego algo pesado. Sin más que agregar Dragon Quest Monsters: The Dark Prince, se lleva un 6.5 de puntuación, sus problemas técnicos, más la monotonía de su historia, no pudieron sobrepasar el genial sistema de fusiones y árboles genealógicos. 

Ya para despedirme, te invito a que pruebes la demo y mires por ti mismo si Dragon Quest Monsters: The Dark Prince es el juego ideal para ti, ahora cuéntame, ¿te gustaría ver otra franquicia del JRPG que apueste por este tipo de spin-offs? Déjame tu comentario aquí abajo o en FacebookTwitter e Instagram.

@Relict King – Hail to the King.

¡Nos encantaría saber qué piensas! Deja un comentario.

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